viernes, 16 de octubre de 2009

Condena a la desaparición de la Compañía de Luz y Fuerza


La intervención de la fuerza pública para ocupar las instalaciones de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y la abrupta liquidación de esa empresa son medidas erróneas y, a nuestro juicio, absolutamente condenables. El gobierno del presidente Felipe Calderón se equivoca al suponer que los rezagos administrativos y los problemas técnicos en el suministro de energía eléctrica en el centro del país se deben al Sindicato Mexicano de Electricistas.

Las dificultades en la generación y la conducción del fluido eléctrico son resultado de una vieja y enmarañada colección de circunstancias, que pasan por la vigencia de políticas tarifarias que favorecen a las empresas privadas y a los grandes consumidores y que incluyen una constante postergación al proceso de integración de la industria eléctrica en nuestro país. Ahora, con la liquidación de la CLyFC y el amago de desaparición del SME, el gobierno federal pretende una integración industrial compulsiva, desconectado de un proyecto de desarrollo nacional.

El Sindicato Mexicano de Electricistas ha tenido errores e indolencias que son inocultables. Pero es imposible dejar de reconocer que, en esta ocasión, el diferendo a su interior ha sido aprovechado y exacerbado por el gobierno federal para crear un clima de opinión favorable a la liquidación de la Compañía de Luz.

Con las medidas de fuerza que el gobierno pone en práctica -y que retrotraen imágenes de la época autoritaria- no se auspicia la democracia sindical y mucho menos se hace más eficiente el servicio de energía eléctrica. La liquidación de la Compañía de Luz abre la posibilidad de una intervención intempestiva de la CFE o, peor aún, de alguna forma de privatización. Ninguna de esas posibilidades ha sido sometida a la discusión de la sociedad mexicana ni de los especialistas en asuntos de política energética.

La aniquilación del SME sería un golpe histórico para los trabajadores mexicanos. No solo por su tradición pionera en el sindicalismo industrial, sino por su compromiso frecuente en la deliberación de los asuntos nacionales, el Mexicano de Electricistas ha sido una organización singular. Algunas de sus decisiones y actitudes nos pueden parecer cuestionables. Pero las negligencias e incluso los abusos de sus dirigentes, no implican que el sindicalismo no tenga un papel activo y creativo que debe desarrollar en la atención a los dilemas que el país enfrenta en estos días.

Rechazamos la perspectiva conservadora y autoritaria que supone que los sindicatos se contraponen con el desarrollo político y económico. También consideramos que los sindicatos más participativos y atentos a la vida pública están llamados, en esta circunstancia amenazadora para ellos, a ser especialmente responsables sin declinar su vocación participativa y sus exigencias sociales y políticas.

Nos parece que, cualquiera que sea la figura jurídica y la organización administrativa con que se pudiera sustituir a la Compañía de Luz, el gobierno federal debe preservar el empleo de los trabajadores de esa empresa y respetar el derecho que tienen a permanecer agremiados como ellos decidan. Si la Compañía de Luz se fusiona a la Comisión Federal de Electricidad, debería haber un proceso con plenas garantías democráticas para la unificación del SME y el Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana, sin interferencias externas.

Suponer que los sindicatos son adversarios de la democracia o que los únicos sindicatos admisibles son los aliados al gobierno, o los sumisos y adocenados, manifiesta una concepción conservadora inadmisible en una sociedad que se quiere democrática. Un país sin organizaciones activas, es un país sin vías de expresión que recuperen la diversidad de su sociedad. Un país sin sociedad organizada, es un país vulnerable al autoritarismo y al pensamiento pretendidamente único. Por eso rechazamos las decisiones del gobierno respecto de la Compañía de Luz y su sindicato y urgimos a la rectificación de esas medidas.

México D.F., domingo 11 de octubre de 2009

Instituto de Estudios para la Transición Democrática, A.C.

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