martes, 11 de septiembre de 2007

Inédito, el encuentro de hoy entre radiodifusores y senadores


Comentario de Gabriel Sosa Plata para el programa El Fin Justifica a los Medios, de Radio Educación, que se transmitió el 11 de septiembre de 2007

Hoy se vivió, como se ha dicho en estas últimas horas, un día sin precedentes en el ámbito de los medios de comunicación. Un encadenamiento de radio y televisión como el que hoy se hizo a nivel nacional no se había realizado en la historia de los medios de este país, salvo en eventos oficiales. Lo que sí habíamos visto son encuentros entre radiodifusores y senadores, particularmente en los últimos años, por la ley Televisa, pero nada que ver con el glamour, grandilocuencia, de lo que vimos y escuchamos esta tarde a proposito de la reforma electoral.

Lo ocurrido hoy, más allá de las, en general, pobres argumentaciones, pobre debate, tanto de senadores como de concesionarios de radio y televisión, es un hecho altamente simbólico. Un poder recibió a otro poder, pero no a un poder legal, un poder fáctico, que llevó a su artillería de comunicadores, los más reconocidos en radio y televisión, apoyados con la fuerza que dan propiamente los canales de televisión y las emisoras de radio encadenadas para hacer valer, qué paradoja, la libertad de expresión... de los empresarios de esa industria.

En el encuentro hubo de casi todo. Desde declaraciones chuscas como la de la conductora de programas de espectáculos, Paty Chapoy, diciendo que ya no podrían decir que un candidato es guapo porque eso sería un delito, hasta la de un arrogante Pedro Ferriz de Con diciendo que, quizás como nunca antes, estaba ahí toda la industria de radio y televisión unida para manifestar su rechazo a una reforma electoral que pretende coartar la libertad de expresión. También ahí estaba el operador estelar de Televisa, actor importante de la ley Televisa, Javier Tejado Dondé, exagerando, mintiendo, al decir que esta reforma significaba la estatización de la radio y la televisión, en una especie de mecanismo de la era soviética.

Durante casi 4 horas continuas, desde las 14:15 hasta poco después de las 18 horas, intervinieron en turnos de cinco participantes, los representantes de la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión y de las comisiones de Radio, Televisión y Cinematografía, de Puntos Constitucionales, Gobernación y de Estudios Legislativos del Senado de la República.

En el Senado se dieron cita muchos de los personajes más reconocidos de la radio y televisión: Martín Espinosa, de Reporte 98.5, nuestra excompañera Hania Novell, de TV Azteca, Iñaqui Manero, de 88.9 Noticias de ACIR, los alebrijes de Radio Fórmula, Denisse Maerker y Ciro Gómez Leyva, de Radio Fórmula y Televisa. Algunos de ellos con guiones en mano preparados por el área de Tristán Canales, de Televisión Azteca, y de Javier Tejado, de Televisa.

Joaquín López Dóriga, Javier Alatorre, Sergio Sarmiento, el ya mencionado Pedro Ferriz de Con, Andrés Roemer hablaron, así lo dijeron, como periodistas, no como representantes de sus medios. Pero retomando las palabras que utiliza el mismo Ciro, quizás no los representan, pero qué casualidad, piensan igual que sus contratantes. Lo cierto es que estos comunicadores dejaron a un lado el periodismo y se convirtieron en cabilderos de los concesionarios, en verdaderos actores políticos al servicio de la industria.

El discurso de los concesionarios se limitó al tema de la libertad de expresión, camuflajeado con su preocupación por la democracia. El mismo argumento de siempre, con el que lograron tirar la reforma de la legislación de radio y televisión que se impulsó en la subcomisión de Radio y Televisión de la anterior legislatura y con el que defendieron las supuestas bondades de la ley Televisa. Pero una y otra vez los senadores rebatieron ese argumento: no está en riesgo la libertad de expresión. Sobre este tema fue valiosa la intervención, amplia, de Pablo Gómez.

Incluso, colocaron en una posición incómoda a los empresarios de radio y televisión al decirles que, en efecto, justo cuando comenzaba la participación del senador Ricardo García Cervantes, quien particularmente fue muy crítico de las intervenciones de los convocados por la CIRT, fue sacado del aire de la cadena nacional de televisión. Que eso, les dijeron a los empresarios, podría leerse como un intento que afectaba la libertad de expresión y el derecho a la información que tanto defienden.

Hay muchas otros aspectos que comentar, pero se me termina el tiempo. Me quedo con lo dicho por Rogerio Azcárraga, el dueño de Grupo Fórmula, que habló con sinceridad, al decir que se afectaría a cientos de emisoras de AM por la falta de ingresos generados por las campañas políticas. También Sergio Sarmiento deslizó y dijo que sin esos recursos, los de las campañas, se le da al traste a programas serios como el que él hace en Televisión Azteca. Supongo entonces que los demás programas de su empresa no son serios. Qué bueno que lo acepte Sarmiento.

Cynthia, José Angel, en esto lo que está en debate no es la libertad de expresión sino algo así como 5 mil millones de pesos, al menos, en las elecciones federales de 2009, intermedias, y de 2012, que llegarían a las arcas de los concesionarios. Hay mucho dinero de por medio. Eso explica el enojo de los empresarios, que queda demostrado en la sesión ¿no es cierto? Si se aprueba esta reforma, los empresarios del sector perderían una segunda batalla. La primera fue la ley Televisa, cuya sombra, cuyo recuerdo, ahí estaba, pero nadie se animó a mencionarla.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La Crónica, 12 de septiembre 2007

Desenfocados

Raúl Trejo Delarbre

Desangelados y despistados, parapetados en una soberbia que ya no intimida con facilidad, ayer los dueños del espectáculo mediático y sus voceros
ofrecieron el peor show de su vida. La vieja prepotencia, que tan notorios beneficios les rendía cuando casi no había legislador o gobernante que no se doblara ante el amago para dejarlos fuera de los noticieros, ha perdido al
menos parte de aquella eficacia. Los senadores que ayer recibieron a los directivos de la radiodifusión no se quedaron callados ante reproches y
bravatas de los patrones del poder mediático. Y los quejosos quedaron
enredados en su propio, confuso y equívoco discurso.
La sesión en las oficinas del Senado estaba planteada más como recurso testimonial que como espacio de interlocución. Acostumbrados a hacer política en el regateo tras bambalinas y nunca en la deliberación abierta,
los jeques mediáticos apostaron en esa sesión sus últimas cartas contra las reformas constitucionales relativas a la competencia electoral. Estimaron
que con un desplante de apantallamiento mediático impresionarían a los
senadores. Quizá por eso atendieron, como diría el clásico, a la forma y no al fondo.
La forma en su comparecencia la aportaron los radiodifusores con una insólita cobertura mediática. Tan reacios como son a las cadenas nacionales, ellos hicieron la suya propia con la transmisión simultánea en todas las
televisoras y prácticamente todas las radiodifusoras afiliadas a algún consorcio comunicacional. Pero el fondo del discurso que buscaron difundir con tanto estruendo resultó patéticamente endeble.
Algunos miembros de la CIRT se refirieron a temas de la reforma electoral distintos del que los había convocado: reelección de los legisladores, candidaturas independientes. Otros, recalcaron los riesgos que la iniciativa
de reformas constitucionales podía implicar para la libertad de expresión.
La premura con que ha sido redactada deslizó en la iniciativa un párrafo que habría podido ser interpretado para vulnerar los derechos de opinión y
crítica. Nadie "podrá contratar o difundir mensajes en radio y televisión dirigidos a influir en las preferencias electorales de los ciudadanos", se
decía en una de las adiciones propuestas al artículo 41 Constitucional.
Con esa disposición se pretende evitar mensajes como los que patrocinó el Consejo Coordinador Empresarial poco antes de la elección presidencial del
año pasado. Los senadores reformaron esa propuesta para que diga que nadie "podrá contratar la difusión de mensajes..."
Asunto resuelto. Estará
prohibida la propaganda electoral que no sea producida por los partidos y esa disposición no será pretexto para censura alguna.
Cuando el senador Ricardo Monreal les dio a conocer esa modificación los dirigentes de la CIRT se quedaron sin el argumento central de su comparecencia. Pero estaban encarrerados y siguieron como si no hubieran escuchado. No defendían prerrogativas de la sociedad sino sus propios
intereses.
El desasosiego de los representantes de TV Azteca y Televisa no se debía al afán de reivindicar la libertad de expresión de los ciudadanos sino al dinero que dejarán de recibir gracias a la decisión de los legisladores para evitar cualquier contratación de propaganda política en los medios
electrónicos. Esa es la causa que movilizó ayer a los dueños del poder mediático. Se trataba de una batalla de antemano perdida porque la víspera, en un comunicado que difundieron en sus noticieros, los radiodifusores habían admitido el fin de la propaganda pagada en medios electrónicos.
Así que, extraviado el foco de sus reclamos, los radiodifusores
comenzaron hablando de todo y nada. Y cuando entendieron que las cadenas nacionales que estaban difundiendo esa sesión desde la Torre del Caballito lejos de amilanar a los senadores les daban más ánimo, involucionaron a un
discurso insolente y ramplón. El hecho de que, hacia ese segmento de la comparecencia, eligieran como voceros a personajes de tan cuestionada fama pública como Ferriz De Con y Paty Chapoy, da cuenta del extravío de los
concesionarios. Y cuando, instalado en la histeria, el abogado de Televisa Javier Tejado aseguró fuera de cualquier proporción jurídica o histórica que los senadores "están estatizando" a los medios electrónicos, era evidente
quiénes habían perdido esa partida.
El escenario quedó perfectamente adecuado para que Pablo Gómez les encajara a los radiodifusores una contundente lección de derecho
constitucional pero, sobre todo, de claridad política. Cuando los invitó a que se preguntaran por qué fuerzas tan distintas como PAN, PRI y PRD se
ponen de acuerdo para impulsar una reforma que acota el hasta ahora
desmedido poder de los medios respecto de la política, ese senador perredista les hizo a los patrones mediáticos un inestimable obsequio. Pero no será sencillo que, tras un ejercicio de poder atrabiliario tan sostenido
como impune, los dueños y directivos mediáticos hagan ese ejercicio de conciencia al que Gómez los convocó.
Los temas plausibles de la reforma electoral no opacan los abusos que al amparo de ellos quieren cometer los partidos, comenzando por la destitución
de los consejeros del IFE que a estas alturas no ha sido justificada por un
solo legislador. La remoción de los consejeros será resultado de una injusta venganza política. La cancelación de la propaganda pagada será consecuencia
de una desigual y ahora, por lo visto, insostenible relación de
subordinación de las fuerzas políticas respecto de la radiodifusión comercial.
Dueños y voceros de ese poder mediático ayer lucieron desquiciados, sin
maquillaje, desenfocados. No tardarán en recuperar la figura sin abandonar el viejo estilo: severas advertencias en privado, dosificadas menudencias de
rating en público. No pasarán muchas horas para que sepamos si esos gastados recursos todavía atemorizan a la clase política.

Anónimo dijo...

Hola a todos, pongo a su consideración mi punto de vista, humilde, como siempre.

Patricia

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El show de la democracia o la democracia en show


Desde que Roberto Madrazo Pintado, entonces gobernador de Tabasco, en proceso de juicio político, inició en 1997 una campaña de resistencia contra el gobierno de Ernesto Zedillo y contra los diputados que presionaban para desaforarlo, entre otros Santiago Creel Miranda, tal vez sin proponérselo fundó una forma de hacer política en México: la mediática, el manejo de las percepciones, el del posicionamiento a través de espots de 30 segundos, de las provocaciones verbales en cadena nacional, del chantaje y de la compra de impunidad a través de campañas de victimización.

Madrazo empleó a Carlos Alazraky para conducir publicitariamente su defensa política y jurídica. La política se supeditó a la publicidad y desde entonces los candidatos y aspirantes a los puestos de elección popular, de todos los partidos políticos, deben procurar sus ahorritos para comprar tiempo en la televisión y la radio comerciales que, en precios actuales, por ejemplo, un contrato anual en Televisa vale 740 millones de pesos.

Las deficiencias en la legislación electoral de 1996, pero sobre todo, la confabulación de los legisladores y aspirantes a puestos de elección popular, que no quisieron moverle nada, pervirtió la competencia electoral y el proceso democratizador del país, iniciado en 1977. Peor aún, la necesidad de contar con recursos orientó a la clase política a corromperse, a crear redes de complicidades con empresarios, a aceptar impunidades y negocios poco claros, a olvidarse de la militancia y el mandato ciudadano a cambio de comentarios y publicidad en positivo en los medios de comunicación.

Por esta razón se dieron los casos de Amigos de Fox, que crearon un fideicomiso al que llegaron millones y millones de pesos que hicieron ganar al candidato que luego nos malgobernó. Compró miles de minutos en todas las emisoras de radio y televisión. Esos gastos no fueron auditados porque la ley lo impidió. Y los tiempos gratuitos que recibieron de Televisa, TV Azteca y varios consorcios mediáticos los Fox-Sahagún los pagaron, primero, con la cancelación del tiempo del 12.5% y después con la Ley Televisa, pasando por su condescendencia para la apropiación del Canal 40 y el extraño movimiento que dejó que Olegario Vázquez Raña se quedara con el canal 28.

Esa elección tuvo elementos fraudolentos por el origen de los recursos y la imposibilidad de comprobar la compra de tiempos mediáticos que hiciera don Lino Korrodi.

Por esta razón los sindicatos y empresarios filopriístas han aportado millones de pesos para las campañas del tricolor. La democracia encareció todo por culpa de la televisión y la radio, pero sobre todo porque la popularidad es una seductora maravillosa. El Pemexgate, donde se comprobó el desvío de mil millones de pesos a la campaña de Francisco Labastida forma parte de lo mismo.

Y qué decir de los videoescándalos de Carlos Ahumada y los perredistas que se dejaron seducir como gobierno y como candidatos en el 2000. A nadie se nos olvida como tapizaron todas y cada una de las calles para sus campañas internas y luego para sus candidaturas. Cuántos no terminaron en los reclusorios, prófugos o expulsados del partido por el dinero que recibieron para sus gastos de campaña que, al final, dinero sucio, terminó en las arcas de las televisoras y radiodifusoras comerciales.

Esta forma de hacer política ya probó sus efectos en toda América Latina y los Estados Unidos. Si lanzan a una vaca como candidato, también tiene posibilidades de ganar. El poder mediático sustituyó a las prácticas de la vieja estructura del PRI que a como diera lugar hacían ganar a sus candidatos.

El moribundo IFE reconfirmó lo que muchos ya sabíamos: que el 70% de los gastos de campaña no fueron a la construcción de ideas, ni a la formación de cuadros, ni a la investigación, ni a la construcción de programas de debate de altura, ni formulación de propuestas, nada, cerca de 2 mil 500 millones de pesos fueron a parar a los medios de comunicación comerciales.

De acuerdo con nuestro colega y amigo Gabriel Sosa Plata, si no hubiera cambio en la legislación electoral, no menos de 3 mil 500 millones de pesos se gastarían en propaganda política en el 2012. Esos millones de pesos en riesgo fueron los que motivaron que Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego pusieran a trabajar a sus staffs para escribir los guiones y preguntar para defenderse ante “los chavistas” senadores de la República. Los argumentos falaces de Tristán Canales, de TV Azteca, y Tejado Dondé, de Televisa, en voz de Paty Chapoy y Adela Micha, simplemente dejaron claro el verdadero interés del duopolio televisivo.

Puede ser que, de no rajarse en Congreso, se haya concluido la tarea de acotar al poder fáctico de los medios electrónicos, pero hacen falta todavía otros vicios que no dejan de preocuparnos, como la falta de democratización sindical, la transparencia de los recursos asignados a ONGs, el clientelismo o neocorporativismo priísta y perredista, pero que también comienza a dar frutos en el PAN.

La tarea apenas está haciéndose. Debemos empujar, ciudadanos y medios independientes, para que los cambios se den para bien de todos.

David Moreno dijo...

Excelente Post...

A mí me sigue alarmando el hecho de que los "periodistas" que estuvieron en el Senado, se hayan autonombrado como representantes de la ciudadanía...

Ello si es peligroso...

Saludos.